Autosabotaje: cuando la razón por la que las cosas nos salen mal somos nosotros.

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Evadir la llamada de ese alguien que ansiábamos que nos llamara, mentir para no ir a la cita que habíamos acordado con la persona que nos gusta, llegar tarde a una entrevista de trabajo, evadir retos por miedo a que salgan mal… ¿Te identificas con alguno de estos escenarios? Pues no es nada más que Autosabotaje. Todos sabemos qué es el sabotaje, en especial porque es una acción que se lleva a cabo de manera propositiva y quizás completamente consciente, con la intención primaria de dañar, de estropear, ya sea situaciones, personas, planes… pero, ¿qué pasa con el autosabotaje? Esa lucha contra nosotros mismos que deseamos y aborrecemos a la vez tiene orígenes intrincados no sólo en el inconsciente, sino también en sistemas de creencias poco útiles y casi pétreos que nos hacen daño. Adentrémonos un poco en el tema para entenderlo mejor y sobre todo, para relacionarlo con asuntos de nuestra vida cotidiana.

El filósofo existencialista Jean Paul Sartre sí que hablaba de esto, y para tratar el tema más en sus términos, él lo llamaba «mala fe» (mauvaise foi, en su acepción francesa), y lo describía como la «plaga de la vida cotidiana»: cuando nos mentimos a nosotros mismos para no sufrir, consiguiendo nada más que mayor sufrimiento psicológico en el largo plazo. Elegimos lo familiar, lo conocido, porque, a pesar de que muchas veces pueda ser doloroso, inclusive más difícil, no es nuevo para nosotros, y experimentar lo nuevo, arriesgar, salir de la zona cómoda genera miedo, terror, pero sin conocer que probablemente sea mejor que lo que ya tenemos en el radar. El autosabotaje puede y, de hecho casi siempre, entristecernos, nos molesta, pero al menos de manera segura y bajo control. ¿Tiene esto algún sentido?

Al autosabotaje hay que tenerlo siempre presente al momento de percibir e interpretar comportamientos extraños o inesperados en nosotros mismos o en las personas que conocemos: ¿cómo actuamos cuando estamos cerca de personas que sabemos nos pueden ayudar, que nos gustan, que nos deben una disculpa, que queremos conocer, pero por miedo a que no nos ayuden, nos rechacen, nos evadan, las tratamos mal, las ignoramos, o simplemente no les hablamos? Esto también pasa en infinidad de situaciones, cuando estamos cerca de un restaurante en el que queremos comer hace mucho pero por temor a que sea caro pasamos de largo, no estamos atentos a esa oferta de trabajo que tanto ambicionamos por creer que la vacante podría no ser nuestra por creer que no tenemos el perfil, nos hacemos creer que olvidamos aquella fecha importante para alguien a quien queremos… miles de ejemplos representan el miedo que nos da experimentar estar cerca de lo que deseamos, de lo que queremos conseguir, por la insoportable idea de que pueda salir mal, pero, ¿y si sale bien? En el no intentarlo, en el no arriesgar, seguramente no está la respuesta.

Otro aspecto en el que debemos pensar siempre es que el autosabotaje es una manera bastante fácil y dañina de coaccionar nuestra libertad, pues éste nos define como todo aquello que en realidad no somos: no somos nuestro cargo en el trabajo, no somos lo que la sociedad dice que seamos, inclusive no somos lo que nuestros cercanos digan o piensen que somos (pero sí corremos el riesgo de convertirnos justamente en eso si no lo tenemos claro): nuestra esencia es mucho anterior a esto y así mismo muy superior, pues en realidad tenemos la absoluta libertad de decidir quiénes somos y qué hacemos, ya lo dijo Sartre otra vez, «el hombre está condenado a ser libre», el problema es que confundimos la libertad con lo que creemos que es correcto, sin pensar primero si está bien para nosotros mismos, por supuesto sin caer en temas moralistas ni políticamente correctos, simplemente ser libres en la medida en que nos sintamos bien, y así, podemos de una manera bastante sabia y tranquila definir quiénes somos y qué queremos hacer.

El autosabotaje es el origen de la mayoría de frustraciones, de amistades infructuosas, de relaciones sentimentales tóxicas, de trabajos indeseables, de condiciones de vida insoportables (no hablemos aquí de mala suerte, ese es otro tema, y sí, mucho de lo que nos pasa es por nuestra responsabilidad, un tema de decisiones), porque hemos crecido pensando que «es así como debe ser, es así como me tocó a mí». Y vaya equivocación. somos libres de elegir, siempre podemos elegir, si no nos gusta un trabajo, una relación, un lugar, nos vamos, no somos árboles para quedarnos allí (y no hablemos aquí de excusas como un salario, deudas, apegos emocionales y otros distractores para no tomar la decisión salvadora de cambiar nuestra vida). Si algo no te gusta, si de verdad no te gusta, te molesta, te duele, cámbialo, vete, muévete, si no lo has hecho, piensa dos veces si realmente te genera malestar, o si te acostumbraste a estar así.

La próxima vez que creas que eres «de malas», que el destino no te quiere, que tu dios se olvidó de ti, piénsalo otra vez, que no vaya a ser el autosabotaje jugándote una mala pasada y haciéndote creer que tienes mala suerte, no, son malas decisiones. Decide estar bien y creer en ti, y te ahorrarás no sólo tiempo, sino sufrimiento y malestar. Recuerda que a veces no es el destino, no son los demás, puedes ser tú, autosaboteándote.

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